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| iQué descansada vida la del que huye el mundanal rüido, y sigue la escondida senda por donde han ido 5 los pocos sabios que en el mundo han sido; [ ... ]
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| A mí una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada, me basta; y la vajilla de fino oro labrada, sea de quien la mar no teme airada. y mientras miserable- mente se están los otros abrasando con sed insaciable del peligroso mando, 35 tendido yo a la sombra esté cantando;
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| a la sombra tendido, de hiedra y lauro coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, 40 del plectro sabiamente meneado. (Traducción de Eutimio Martina) |
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