lunes, 2 de noviembre de 2009

Ejercicios prácticos tema 2


ODA A LA CIGARRA
¡Cuán feliz eres, cigarra,
cuando en la cima de los árboles,
ahíta después de beber una gota de rocío, te


duermes como una reina!

Cuanto te rodea es tuyo,

y cuanto ves en la llanura
y cuanto produce el bosque. Eres

amada de los campesinos,
pues no causas perjuicio en sus campos;

los mortales te honran,
saludando en ti a la amable mensajera del verano.

Las Musas te aman, y también
el propio Apolo, que te dio una voz armoniosa.
La vejez no puede alcanzarte, hábil hija de la tierra, tú

que sólo amas el canto,
tú que no conoces el sufrimiento,
tú que no tienes ni sangre ni carne y que casi te

pareces a los dioses.



ANACREONTE Odas


LA BODA


"Ya llegan Héctor y su cortejo con la de-
licada Andrómaca, la muchacha de brillantes
pupilas, desde la sagrada Tebas y desde
Placia, la fuente de aguas perennes, a bordo
de sus naves sobre la mar salada. Vienen

también con ellos muchos brazaletes de oro y

vestidos de púrpura cara al viento, joyas

refulgentes y marfiles labrados, e innume­

rables copas de plata." Así habló (el heraldo).

Y el querido padre del novio se puso en pie de

un salto. Por toda la ancha Troya la noticia se
esparce entre los amigos. A toda prisa los
(Hadas atan los mulos a las carrozas de ágiles

ruedas. Subíanse a ellas racimos de mujeres y

de muchachas de gráciles tobillos. Iban también, aparte, las hijas de Príamo. Por su

parte. los varones. todos en la flor de la edad,

enganchaban los corceles a sus carros de

guerra.
La flauta dulcísona, la cítara y el repiqueteo

de los crótalo s mezclaban su sonar. Con sus

agudas voces las muchachas entonaban la

canción sagrada, cuyos divinales ecos subían

hasta el cielo. La mirra, y la casia, y el

incienso ardían juntamente. Las damas de

edad más avanzada cantaban a coro el canto

nupcial. Y los varones todos hacían resonar la delicia del "orthio" o canto agudo, invocando

a Peón, dios experto en el manejo del arco y

de la lira, y celebraban a Héctor y a

Andrómaca semejantes a dioses.
SAFO
Poesías. (Traducción en prosa.)



LOS DOS AMIGOS Y EL OSO


Caminaban dos amigos por la misma senda.
cuando se les apareció súbitamente un oso.

Trepó prontamente uno de ellos a un árbol y

allí se ocultó: el otro, al verse en peligro de ser

atrapado. se tiró al suelo y fingió estar muerto.

Acercóse el oso a éste y le pasó el hocico por

todo el cuerpo, pero el hombre retenía la

respiración, porque sabía que este animal no

toca los cadáveres. Cuando el oso se hubo

alejado de allí, descendió el que estaba en el

árbol y preguntó qué le había dicho el oso al
oído.
-Que en lo sucesivo no viaje con amigos

que me abandonan en el momento de peligro

­-contestó el otro.
Los amigos verdaderos se reconocen

siempre en la hora de la necesidad.
Esopo Fábulas




LA MUERTE DE AGAMENÓN

CORO
i Oh condición de la fortuna humana! Si

es feliz, como sombra desaparece; si

desdichada, sus vestigios borra
una húmeda esponja. i Triste olvido, sobre

todos los males lamentable! Jamás su sed

de dicha el hombre sacia. Del opulento

alcázar ¿ quién las puertas a la ventura

cerrará, diciendo:
"No entres aquí, con lo que tengo basta"? Este a

Troya venció merced a Zeus,
y a la patria volvió por Zeus honrado:

mas, si su sangre es pago de otra sangre,

y rescate su muerte de otra muerte,
¿de haber nacido de pesares libre
quién, ante ejemplo tal, podrá gloriarse?

AGAMENÓN (Dentro)



i Ay de mi que de muerte soy herido!


CORIFEO
¡Silencio ! ... ¿ Quién clamó? ¿ Quién es

[el muerto?



AGAMENÓN
¡Ay, cielo! ¡Ay! ¡Segunda vez me hirieron!


....................................................................................................
(Ábrense las puertas del pa­lacio y aparece CLlTEMNESTRA. Más al fondo, los cuerpos de AGAMENÓN y de CASANDRA.)


CLITEMNESTRA


Momentos ha, cuando la ocasión pedía,

casas hablé que desmentir ahora
no me causa rubor, pues, de otra suerte

aquel que a su enemigo la ruina
bajo apariencias de amistad prepara,
¿ cómo en red tal que sus esfuerzos burle

envolverle podrá?

De antigua hazaña
nació esta lucha, aunque en nacer tardía.

­Aquí, do le maté; aquí serena,
junto a mi obra estoy. Yo, no lo niego, yo,

de modo lo hice que a mis manos no pudiera escapar.

Red sin salida,
red fatal de opulenta vestidura,
cual peces coge el pescador, cogióle.

Dóile dos golpes, dos gemidos lanza, y

exánime desplómase. Caído,
lo hiero una vez más; votiva ofrenda al

dios de las mansiones infernales. al

guardián de las sombras dedicada. Así

caído, por la vez postrera
estremécese y muere. De la herida

salta la hirviente sangre, y negras gotas

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